Un año más, damos gracias a Dios por la Vida Consagrada, don para la Iglesia y para el mundo.
Unidas al Santo Padre y a toda la Iglesia agradecemos a Dios el precioso don de la vocación religiosa. Santa María Josefa nos dice: “Haga cada una por ofrecerle al Señor en su corazón un templo espiritual donde resida, qué si con buenas disposiciones se lo ofrecen, no dudo les comunicará abundantes gracias para obrar siempre lo más perfecto y se harán llevaderas las miserias de este mundo que todas tenemos. Pasemos esta vida que es tan breve, sirviendo al Señor con generosidad y alegría puesto que nos colma de tantos beneficios y ya que a todas las he recibido en el Instituto y dado pruebas de mi maternal amor, espero que todas me proporcionarán la dicha de verlas entrar en el cielo que es nuestra verdadera patria y donde estaremos reunidas para siempre sin temor de separarnos”. (Cfr. Carta 289)
Concédenos Señor, ser testigos del encuentro contigo en nuestra vida de servicio a los hermanos. Siervas de Jesús