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Siervas de Jesús de la Caridad Filipinas
Siervas de Jesús de la Caridad Filipinas

En el 180 aniversario del nacimiento de la Madre Fundadora, las jóvenes formandas de la Provincia asiática de Santa María Josefa, nos dicen:

Una vida de sencillez que llegó a la santidad.

En este artículo, las postulantes y aspirantes de las Siervas de Jesús de la Caridad de la Provincia Santa María Josefa queremos expresar lo que significa para nosotras nuestra Madre Fundadora:

La vida de Santa María Josefa fue un perfecto ejemplo de imitación de nuestro Señor Jesucristo. Ella no fue una predicadora, pero su vida predicó más allá de la capacidad de un predicador.

Santa María Josefa es como una madre para mí, me guía, me aconseja y me enseña muchas virtudes. Su vida me recuerda cuán importante es la oración en el seguimiento de Jesucristo. Ella nos enseñó que, debemos ser amables y abiertas a todos, particularmente con aquellos que el Señor nos ha dado como compañeros. La apertura de mente y corazón es necesaria porque puede ayudar a crecer nuestra relación con el Señor y con los demás. Admiro su valentía para hacer frente a la adversidad. Me gusta mucha cuando aconseja estar alegres y serenas. En tiempos de sufrimiento, nos anima a ofrecerlo todo al Sacratísimo Corazón de Jesús, porque en el seguimiento de Jesús debemos llevar nuestras propias cruces para convertirnos en sus verdaderos discípulos. Ella me inspira a vivir humildemente, haciendo las cosas sencillas de cada día con sentido sobrenatural. Doy gracias a Dios por dárnosla como Madre de nuestra Congregación. La quiero y estoy orgullosa de mi Madre María Josefa.

Anna Huong

Cuando comencé a estudiar la vida de nuestra Madre Fundadora, descubrí lo valiente que era, su gran humildad, su corazón compasivo, su temple recio, y sobre todo, su amor a Dios y a los demás. Admiro su decisión, pues con tan corta edad, 28 años, fundó la Congregación, en la cual estoy y doy gracias a Dios por haberme llamado.

Admiro su fortaleza, su confianza y fe en la Divina Providencia. Su dedicación en el cuidado a los enfermos, no solo los cuidaba, sino que empatizaba con ellos. También, admiro su amor a la vida de comunidad y de oración. A través de la lectura de su vida, he visto como amaba la Eucaristía y su gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Ella me enseña qué a través de la oración, nuestra relación con Jesús crece, nuestra vida se llena de alegría, porque Jesús llena nuestro corazón. Para mí, puedo decir que Santa Maria Josefa peleó una buena batalla (2Tim. 4,7), todo para gloria de Dios.

Margie Isaac