
Joseph Aloisius Ratzinger nació en Marktl, Baviera, Alemania, el 16 de abril, sábado santo de 1927 y fue bautizado ese mismo día. El periodo de su juventud fue muy difícil, en tiempos del régimen nazi, de gran hostilidad hacia la Iglesia católica. De 1946 a 1951 estudió Filosofía y Teología en Freising y en la Universidad de Munich. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1951; en 1953 se doctoró en Teología con la Tesis: “Pueblo y Casa de Dios en la doctrina de la Iglesia de San Agustín”. Entre 1962 y 1965 contribuyó notablemente en el Concilio Vaticano II. El 25 de marzo de 1977 el Papa Pablo VI lo nombró Arzobispo de Munich y Freising, eligiendo como lema “Colaborador de la Verdad”; ese mismo año el 27 de junio, recibió del Papa Juan Pablo II el nombramiento de Cardenal. El 25 de noviembre de 1981 fue nombrado Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional. En 1992 presentó al Santo Padre el nuevo Catecismo de la Iglesia. El 19 de abril del año 2005 fue elegido Papa, número 265 de la Iglesia Católica, tomando el nombre de Benedicto XVI. La Encíclica “Deus caritas est” salió el 25 de diciembre de 2005, “Spe salvi” el 30 de noviembre de 2007 y “Caritas in veritate” el 29 de junio d 2009. Se retiró del Pontificado el 28 de febrero de 2013 y falleció en la Ciudad del Vaticano el último día del año 2022.
Y después del breve elenco de los datos biográficos… ¿Qué podemos decir del Papa Benedicto XVI? Que fue un hombre que llevaba el resplandor de la Luz en su mirada limpia; que desde niño solo quería ser de Dios y su pasión fue amar a Jesucristo y a la Iglesia. Lo podemos definir como sabio, humilde, sereno, con cierta timidez, y una delicadeza de trato y mansedumbre que transparentaban a Dios, que moraba en su corazón. Vittorio Messori decía de él que nunca había conocido a un hombre tan bueno.
Su gran sabiduría aumentaba el valor de su humildad; siempre afable, respetuoso, gran profesor de Teología, la ciencia de Dios, que enseñaba y predicada desde lo que antes había contemplado y vivido; de gran profundidad en su fe y sus convicciones.
No le faltaron dificultades y pruebas y fue consciente de que eran muchos los que querían derribarlo… ¡Cuánto se habló y seguirá hablando en este sentido! Aún así, nada de eso, ni siquiera su timidez, le impidió proclamar la Verdad con valentía: defendió la vida, la moral cristiana, la transparencia en la economía … Hemos visto la grandeza de su alma en medio de las acusaciones, y su postura llamó la atención incluso del Presidente del Senado italiano, que llegó a decir en el año 2010: “Insultado, no respondió a los insultos, fue maltratado y no respondió con venganza, sino que confió en Quien juzga con justicia…”. Y de Benedicto XVI son estas palabras: “Si sigues la voluntad de Dios, sabes que a pesar de todas las cosas terribles que te sucedan, nunca perderás el refugio final. Sabes que la base del mundo es el Amor, así que aun cuando ningún otro ser humano pueda o quiera ayudarte, debes continuar, confiando en Él, que te ama”.
Un velo de niebla cubrió Roma el día de su funeral, y desde la Plaza de San Pedro no se veía ni la cúpula de la Basílica. Era la despedida de la Ciudad Eterna a este gran Papa que entregó aquí buena parte de su vida. Un ambiente sereno, muy especial, de oración, de fe, de silencio y de gozo confiado ha rodeado tanto la celebración del funeral como los días previos, cuando pasamos ante su cuerpo colocado junto al altar de la confesión y bajo la cúpula con la inscripción: “TV EST PETRVS”… ¡Hasta las piedras hablan!
En las vísperas de La Epifanía, manifestación de Dios a toda la tierra, la estrella señala dónde encontrar al Rey de Reyes… “Sjgnore, ti amo” serán sus últimas palabras, profesión de fe de Benedicto XVI, el 31 de diciembre del año 2022, antes de cerrar los ojos a este mundo y abrirlos a la luz de Dios, al encuentro con Jesucristo, al que se entregó en el servicio a la Iglesia, Pastor según su Corazón.
Despedimos a Benedicto XVI y, al término de la Misa, entre la niebla se filtran los primeros rayos de sol que iluminan bellamente la cúpula de San Pedro, coincidiendo con la entrada del féretro en la Basílica y el aplauso de los fieles que viven un momento de cielo.
La niebla se ha disipado, la fe ya contempla, la esperanza está colmada, y solo queda la caridad… “Signore, ti amo”, uniéndose eternamente al Amor.
Descansa en Dios, Benedicto XVI, e intercede por nosotros.
Sor Blanca Alonso, SdJ

“Si sigues la voluntad de Dios, sabes que a pesar de todas las cosas terribles que te sucedan, nunca perderás el refugio final. Sabes que la base del mundo es el Amor, así que aun cuando ningún otro ser humano pueda o quiera ayudarte, debes continuar, confiando en Él, que te ama”.