En Roma, del 1 al 5 de mayo se ha celebrado el Congreso “Reparar lo irreparable”, al que han asistido Madre Mª Dolores Beltrán y Madre Dora Mª Montoya, Siervas de Jesús, quienes nos comparten lo vivido en estos días:
Con motivo de los 350 años de las apariciones del Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque, se ha celebrado en Roma este gran Congreso, en el que se ha querido recordar que el mensaje de Jesús a Santa Margarita María está vivo y más actual que nunca.
Hemos sido 150 participantes de distintos países; sacerdotes, religiosos@, laicos, todos atraídos por el Corazón de Jesús.
Las conferencias han estado a cargo de una veintena de ponentes, entre ellos estaban: el P. Amadeo Cencini, Luis Navarro, José Mª Alsina, Mons. Eric de Moulins – Beaufort, Agustín Giménez, Agnes de Lamarzelle, todos ellos de una categoría extraordinaria.
Han sido días muy intensos, en los que pudimos profundizar en la espiritualidad de la reparación con temas como:
La reparación según Santa Margarita María.
La reparación en las apariciones de Fátima.
La reparación en las revelaciones de Jesús a Santa Faustina.
Eucaristía y reparación.
Justicia y reparación.
Santa Teresa de Lisieux y la consolación.
La reparación experimentada hoy.
Los dos últimos días del Congreso se habló sobre la reparación en la crisis de abusos que atraviesa la Iglesia. La necesidad de acoger a las víctimas, escucharlas y apoyarlas, ya que ellas son la carne de Cristo que necesita ser reparada.
El broche de oro del Congreso fue la Audiencia con el Papa Francisco el día 4 por la mañana en la sala Clementina. En su mensaje, el Santo Padre dijo entre otras cosas: Jesús pidió a Santa Margarita María actos de reparación por las ofensas causadas por los pecados de los hombres. Si estos actos consolaron su Corazón, esto significa que la reparación puede consolar también el corazón de cada hermano herido.
Cuando salimos de la Audiencia se veía una gran alegría en el rostro de todos los participantes, nos llenaba el gozo por haber podido saludar personalmente el Santo Padre.
Podemos decir que este Congreso ha sido una experiencia única, intensa, rica de espiritualidad, formación y compañerismo. Una gracia de Dios muy grande, por lo que agradecemos al Señor y a nuestros Superiores que nos han proporcionado esta oportunidad.