El 17 de noviembre llamó a la Curia General Don Francesco Rondinelli, párroco de la Parroquia Santa María Josefa de Roma, había solicitado poder asistir varias personas comprometidas de la Parroquia a la Misa que a diario celebra el Santo Padre en la Casa de Santa Marta y había sido acogida su solicitud, nos ofrecía poder ir dos Siervas de Jesús con ellos. Le dijeron que para el día 19 de diciembre debíamos estar a las 6:30 en el Vaticano para pasar los debidos controles y entrar para asistir a la Eucaristía celebrada por el Santo Padre.
Llegó el día 19 y allí estábamos Madre Soledad García, Superiora General y una servidora, la Comunidad de la casa de Roma se sentía feliz.
Mucho antes de la hora programada allá estábamos con mucho frío sí, pero ilusionadas de hacer realidad un sueño.
Hay que pasar varios controles y a las 6:45 entramos a la pequeña pero acogedora y bonita capilla, fuimos afortunadas de entrar de las primeras y ser colocadas en la primera fila. Además de las 25 personas de la Parroquia, había otras que celebraban algún acontecimiento especial.
A las 7 en punto salió revestido el Santo Padre dando inicio a la Eucaristía, todo muy sobrio y con mucha unción, se siente algo muy especial y la emoción embarga. En la homilía se fijó en las lecturas propias de la Liturgia del día.
Al finalizar la Misa fuimos saliendo de la iglesia, el Santo Padre nos esperaba en la entrada y todos, uno a uno lo fuimos saludando, expresándole aquello que en ese momento la emoción te permite decir. Su mirada es serena, dulce y penetrante, escucha, y al decirle Madre Soledad que éramos las Siervas de Jesús de la Caridad y que en Buenos Aires estamos en Moreno y en Villa Lugano, abrió los ojos muy expresivamente recordando los tiempos en que nos conoció atendiendo a los enfermos y visitando las Villas y dijo: “No os canséis nunca de atender a los enfermos y necesitados”.
Al decirle que las Siervas de Jesús rezamos todos los días por él, contestó: “recen, recen mucho por mí”.
Le pedí la bendición y él me hizo el signo de la cruz en la frente.
Salimos gozosas de encuentro con el Papa Francisco. Ha sido un día de gracia no solo para nosotras que hemos podido asistir, sino para toda la Congregación, ya que el Santo Padre nos ha dado una bendición muy especial para todas las Siervas de Jesús.
¡Gracias Santidad!
Hna. Rosa Mª Ramo S. de J.