Siervas de Jesús. Madrid
Como cada año, en el mes de marzo, el Instituto de Vida Religiosa, convoca a un encuentro a todos los juniores.
Con este motivo, del 1 al 3 de marzo, nos reunimos en Madrid las cuatro junioras de la Provincia “Virgen del Pilar”, que nos encontramos en esta etapa de formación: Sor Leyre Rubio, de la comunidad de Villanueva de los Infantes, Sor Blaise Madeleine Nang, de la Residencia Fundadora de Bilbao, Sor Tatiane Flore Wankwo, del Sanatorio Sagrado Corazón de Valladolid y Sor Elizabeth Mbula, de la comunidad de Zaragoza.
Iniciamos el curso con gran ilusión, éramos más de cien juniores y cinco formadoras. El tema elegido para esta jornada ha sido: “Re-escuchar la llamada, en el tiempo del juniorado”.
Comenzaron explicando la necesidad de conocer nuestras emociones, ponerles nombre, e intentar darles solución, pidiendo ayuda siempre que sea necesario.
Para volver a escuchar la llamada, necesitamos hacer silencio, tanto exterior como interiormente. Sabemos que, en nuestro diario vivir, tenemos momentos de euforia, pero también de desanimo, por eso debemos cuidar lo que perciben los sentidos. Es bueno crear hábitos saludables como leer, formarnos, informarnos.
Nunca debemos olvidar, que el Señor ha tenido con cada uno de nosotros una mirada de predilección, llena de amor incondicional, la respuesta es nuestra. La vida se valora, según las gafas con que se mira, ojalá nuestros jóvenes pudieran ver con fortaleza las realidades que se nos presentan, sabiendo que no caminamos solos, Dios está con nosotros.
Doy gracias a nuestra Congregación de Siervas de Jesús de la Caridad, por la oportunidad que nos ha brindado de participar en este encuentro, así como a la comunidad de Madrid, que nos ha acogido y cuidado con tanto cariño.
Sor Paula Gómez, SdJ
¡Todo es gracia! Con estas palabras comienzo mi testimonio, porque mi corazón está verdaderamente agradecido al Señor por todo lo que he vivido estos primeros cuatro días del mes de marzo con los jóvenes de otras congregaciones. Mi agradecimiento también, a las Madres que han hecho posible la asistencia a estas jornadas. Un encuentro que resultó fructífero y lleno de maestros, no sólo teóricos sino también prácticos y espirituales.
Hablamos de emociones, madurez vocacional y otras cosas. De la importancia de hacer silencio, un silencio que escucha y busca comprender, un silencio que busca la voluntad de Dios en la propia vida y también de la necesidad de tomarse un tiempo para uno mismo, para descubrir lo que está pasando dentro, la razón por la que tengo tal o cual sentimiento y poder darle un nombre a todo lo que se mueve en mí. También se habló, de la necesidad de compartir los sentimientos, buscar una persona con experiencia que pueda ayudarnos a salir de nuestra zona de confort. Esta es la madurez vocacional. Es también preguntarse ¿cuáles son los lazos que me unen a Jesús, a mi congregación y a la Iglesia?
Doy gracias a Dios por haber participado en este encuentro de juniores.
Sor Tatiane Flore, SdJ
Nunca podré olvidar este Encuentro, vivido y compartido con los juniores de otras congregaciones, ha sido una experiencia muy enriquecedora. El tema que se ha tratado, me ha marcado mucho: “Re-escuchar la llamada”, que requiere silencio interior y de ahí brota la escucha a la voz de Dios a través de nuestros superiores, hermanas, y de los acontecimientos que nos suceden. Sin un verdadero silencio interior no es imposible escuchar a Dios y mucho menos a los que nos rodea. Pero el que sabe escuchar está dispuesto a obedecer.
El tercer día del Encuentro viajamos a la ciudad de Ávila, como unas peregrinas tras las huellas de Santa Teresa de Jesús, la cual nació en dicha ciudad el 28 de marzo de 1515 y murió el 4 de octubre 1582 en Alba de Tormes, donde reposan sus restos.
No dejaré de expresar mi agradecimiento a nuestras Madres y Hermanas por esta gran riqueza espiritual recibida durante este tiempo de preparación, sobre todo por este Encuentro de juniores.
Sor Blaise Madeleine, SdJ
La participación en este Encuentro de juniores, ha sido un regalo. Sobre todo, por poder compartir con otros religiosos que hacen el mismo camino que yo, y ver que formas parte de una gran barca que es la Iglesia que, en nuestra vocación, caminamos todos juntos, todos, aunque cada uno en su carisma, seguimos el mismo rumbo, tras las huellas de un Amor que ha encendido nuestros corazones y sólo ÉL da sentido a nuestras vidas.
También, por todo lo que nos han enseñado los ponentes: Andrea Bordas, RCM y el P. Juan Lozano, CMF, quienes nos han despertado el entusiasmo de seguir adelante en nuestra vocación. Nos han dicho lo importante que es caminar en autenticidad ante nuestra vocación, aceptar todos nuestros sentimientos y emociones, que no son ni malos ni buenos, sino que son parte del camino, y que cuando uno los discierne sin temor, es capaz, siempre con ayuda espiritual, de ponerle remedio. Lo importante que es aceptar las emociones y darse cuenta de lo que te está alejando de tu entrega al Señor, y ahí es cuando empieza un nuevo brotar en nuestra vocación, cuando vas creciendo como persona.
Descubrir que la vocación, con sus dificultades, es un apasionante camino por el que vale la pena arriesgarse, dar la vida y aprender a amar de una manera nueva. Porque el amor del Señor, si nos dejamos modelar por ÉL, hará con cada uno de nosotros un hermoso proyecto, y desde el silencio y llenando el día a día de pequeños gestos de amor, podremos hacer que este mundo sea un poco mejor.
Sor Leyre Rubio, SdJ
El Encuentro de los juniores, ha sido de gran ayuda y riqueza.
El primer día nos hablaron de las emociones. Reconocer nuestras emociones y cómo equilibrarlas para ponerlas al servicio de los demás. Al finalizar, rezamos las vísperas y fuimos a la catedral, donde el Cardenal, había convocado el vía crucis de los jóvenes
El sábado nos hablaron de la importancia de la escucha. Resulta que muchas veces no escuchamos, solo oímos, y si escuchamos lo hacemos para dar respuesta no para entender. Tenemos que saber escucharnos para poder calmar el ruido interior.
El domingo, salimos rumbo a la ciudad de Ávila, la cual nos esperaba con mucho frio y nieve, a pesar de ello disfrutamos muchísimo, pensar que por aquellas calles había caminado santa Teresa, es emocionante. Primero escuchamos misa en la catedral, después fuimos al convento de Encarnación, donde vivió la santa y después visitamos al convento de San José, que fue su primera fundación,
Por la tarde, la estación de autobús nos sirvió para hablar sobre la vida fraterna, ya que el tiempo no nos acompañaba para ir al parque. Vimos algunos puntos que hacen que la vida fraterna sea difícil, como son: el ego, la agresividad, la competitividad etc. Recordamos que cada una es amada por Dios y Cristo vino a responder a ese amor de Dios.
Sor Elizabeth Mbula, SdJ