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“Aquí, el cielo toca la tierra”, mi testimonio de la peregrinación:

Lourdes, un lugar en donde todos, como hermanos, recurrimos a María, nuestra Buena Madre. Ella nos está esperando con una sonrisa y quiere lo mejor para mí y para todos sus hijos, en especial los que están enfermos corporal y espiritualmente. Ella ha abierto caminos para que Dios obre en lo más profundo de mi ser.

Empezamos en el lugar en el que realizamos el “signo del agua”, donde la fuerza divina hacía arder mi corazón; después fuimos a encender las velas, y allí había un cartel donde una de las frases decía: “Yo soy la Luz del mundo”, y sentí la llamada de Dios a ser luz hoy, como Sierva de Jesús. Me nacía del corazón decirles a mis hermanas: “Seamos luz de Cristo y que nada ni nadie apague esa luz” … y encendí mi vela. Luego fuimos a la Capilla del Santísimo y, después de unos minutos en adoración, fui a confesarme. Por último y para terminar el recorrido, volví a “La Gruta”, donde me quedé orando, serenamente, en diálogo profundo con la Virgen.

Todo el tiempo sentía cómo María iba guiándome y mostrándome el camino.

La Virgen María reveló en Lourdes a Santa Bernardita su nombre: “Soy la Inmaculada Concepción”; y al recordar estás palabras comprendí que Ella quería purificarme, sanarme y ayudarme a vivir solo para Dios.

Sor Libiseth Piedra SdJ

 

“El Poderoso ha hecho obran grandes en mí” (Lc 1, 49)

Doy gracias a la Santísima Virgen por haberme concedido este regalo: ir hasta su lugar de aparición en Lourdes, en la gruta de Massabielle, para experimentar allí, de forma muy especial, su presencia y amor de Madre.

El momento más profundo de encuentro con María fue en “La Gruta”. Me sentí como una niña, aprendiendo a rezar con más devoción el Santo Rosario. En cada Ave María que rezaba, sentía que la Virgen me decía: “Entrégame todo lo que traes en tu corazón”. Y puedo decir, con alegría y gratitud, que una de las gracias que me ha concedido Nuestra Madre del Cielo es aumentarme la confianza y amor hacia Ella.

Junto a los pies de María, la Inmaculada Concepción, aproveché para consagrarle mi vida y mi deseo de amarla cada día más, imitar sus virtudes y la gracia de ser, para siempre, la esposa de su Amado Hijo. También le di las gracias por tantas bendiciones que me está regalando en este tiempo de preparación para mi profesión perpetua.

Agradezco de todo corazón a la Congregación, por brindarme la oportunidad de tener este encuentro con Nuestra Señora en Lourdes, como hace muchos años lo tuvo nuestra Santa Madre Fundadora.

Sor María Elda Gordillo SdJ

 

“El agua del manantial”

En el “gesto del agua”, cuando lavé mi cara con el agua de Lourdes, sentí que no es como el agua común, de todos los días… Es manantial de esperanza y salvación que ha curado a muchos enfermos desde los comienzos de las peregrinaciones: ¡Venid con alegría y bebamos de esa agua! porque aquellos que tienen fe serán sanados, no sólo físicamente, sino también espiritualmente; nos dejará limpios, purificados, felices.

Es un agua viva que brota gratuita y lava hasta lo más profundo del alma.

Sor Ailyn Pendong SdJ

El 11 y 12 de junio peregrinamos al Santuario de Lourdes, desde Bilbao, un grupito variado, familia Siervos de Jesús: un sacerdote, un laico y cinco religiosas, entre ellas, las 3 junioras que están preparándose para la profesión perpetua.