Mi Profesión temporal fue en la Casa Provincial de Madrid el día 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen María al cielo. Una semana antes de mi Profesión, el día de la Transfiguración del Señor, a las cuatro de la mañana, pasó mi querida hermana de este mundo a la vida eterna, donde creo que está gozando con los ángeles de Dios. Fue para mí una semana muy fuerte, dura y difícil, era el momento de agarrarme a Dios fuertemente y decirle que no tengo otro auxilio fuera de él, fue el momento que me puse en los zapatos de la reina Esther y sé lo que significa tener esa confianza en Dios.
A pesar de todo esto, doy gracias a Dios porque nunca me dejó sola, me dio paz interior, más de lo que yo esperaba, era como si me dijera: confía hija, soy tu Padre. Una de las palabras que me dijo una de mis amigas, y que no puedo olvidar es: “El Señor hiere y venda la herida”. En este momento sentí como Dios me estaba preguntando: Elizabeth, ¿me quieres? si tu respuesta es sí, demuéstramelo. Gracias a esta pregunta me apoyé en la Santísima Virgen y le dije: ayudarme a decir si como tú arriesgaste tu vida, sin saber nada ahora me toca a mi porque soy tuya.
Tengo un recuerdo especial para mis padres, Verónica y Bonifacio, los cuales me han dado la oportunidad de vivir y me han enseñado el amor a Dios y la importancia de servir a los demás. Me hubiera gustado que estuvieran aquí, a mi lado, compartiendo mi alegría, pero no ha podido ser. En mi corazón, he experimentado su cercanía.
Doy las gracias a Madre Martina, Superiora General, y a todas las Madres y Hermanas por sus consejos y oraciones, que el Señor les pague todo.
Os animo a todos los que estáis leyendo este artículo, para que se os abran los ojos y os deis cuenta que la vida no es solo rosas, bailes y cantos, también hay dolor, traición y sufrimientos, os invito a que afrontéis las dificultades con esperanza.
Cuando llegó el día de la Profesión estaba muy tranquila. Celebró la misa Don Fernando, nuestro párroco, y concelebraron otros sacerdotes de diferentes países. La homilía muy bonita, en la que Don Fernando me invito a depositar mi confianza solo en Dios, a refugiarme bajo el manto de la Virgen y a no dejar la oración por nada del mundo, recordándome la importancia que nuestra Santa Madre le daba: “la oración es el sostén del alma religiosa”.
Antes de pronunciar la fórmula de la Profesión, el padre me impuso las manos, implorando la gracia del Espíritu Santo sobre mí y después de la misa, la hora de la salve, en la que me consagró a la Santísima Virgen María, lo que ya había hecho personalmente y en secreto, pero ese día la Virgen quería que fuera públicamente.
Nos acompañó mucha gente, muchos hermanos africanos, amigos y otros que vinieron a cantar, los voluntarios de Vallecas (muchos jóvenes de la parroquia de San Lorenzo). La ceremonia fue muy bonita, verdaderamente que los ángeles del cielo me acompañaron ese día. No tengo palabras adecuadas para agradecer a Dios, a las Madres, Hermanas y amig@s, solo digo: “gracias desde el fondo de mi corazón”.
Hna. Elizabeth Mbula Nzangi, S. de J.