Skip to main content

Con motivo del Año Jubilar de Fátima, la Provincia Virgen del Pilar ha organizado varias peregrinaciones. Una experiencia de fe maravillosa contada por una de las peregrinas.

La comunidad de Madrid, espera con gran gozo y júbilo la llegada de todas las hermanas que peregrinamos a Fátima. El día 24 de mayo, fiesta de Mª Auxiliadora, a las 12 de la noche, la Virgen nos va reuniendo de distintas comunidades de la Provincia para integrarnos con gran alegría hacia la peregrinación del Santuario de la Virgen de Fátima. A las 23:45 llegó el autocar. Éramos un total de 50 hermanas, el P. Epifaneo, el guía Manuel y el chofer.

Una vez en camino iniciamos invocando la protección de la Virgen, se hicieron las presentaciones y se marcó el itinerario, dando los avisos necesarios para la buena marcha del grupo.
El guía nos entregó una carpetita con todo lo relativo a la peregrinación y luego nos puso una película sobre las apariciones de la Virgen y los tres pastorcitos.

La noche avanzaba, y sobre las tres de la mañana la 1ª parada para descansar un poco.
En el momento en que pisamos tierra portuguesa el cielo se nubló y en la oscuridad de la noche los relámpagos nos alumbraban la carretera y a la vez una intensa lluvia regaba el camino hacia Santarém, como si la Virgen quisiera limpiarnos para recibir la indulgencias; limpiarnos por dentro y limpiarnos por fuera; pero, ¡Oh prodigio¡ cuando llegamos a Santarém el sol estaba fuera y el cielo limpio de nubes, aquí visitamos el santuario del Santo Milagro Eucarístico, que ocurrió hace más de siete siglos, el más grande milagro Eucarístico que aconteció en la Iglesia Católica hacia el año 1266.

Entre los años 1225 y 1247 vivía una mujer en Santarém que era muy infeliz pues estaba convencida de que su esposo le era infiel. Utilizó toda la astucia de la que ella era capaz para atraer a su esposo, pero no tuvo ningún resultado. Desesperada ante su situación, visitó a una hechicera del pueblo, la cual le prometió que su esposo volvería a amarla como antes con la condición de que le llevara como paga una Hostia Consagrada.

Esto atemorizó grandemente a la mujer, pues sabía que aquello sería un gran sacrilegio, pero finalmente accedió. Al recibir la Comunión en su iglesia parroquial de San Esteban, no la consumió sino que salió de la iglesia inmediatamente, se sacó la Hostia de la boca y la puso en un nudo de su pañuelo de cabeza.

Por el camino a la casa de la hechicera, la Sagrada Hostia comenzó a sangrar. La mujer no se dio cuenta de lo que ocurría hasta que se lo comunicaron otros transeúntes, pensando que era ella la que sangraba. El pánico estremeció el corazón de la mujer. Se fue a su casa y puso la Hostia, envuelta aun en el pañuelo, en el fondo de un baúl de cedro donde guardaba sus pertenencias en su habitación. Allí se quedó, con gran temor, todo el día hasta que anocheció.
Cuando su esposo llegó a la casa esa noche, se fueron a dormir, aunque lo más seguro es que ella no descansase mucho. La culpa de su pecado la atormentaba, y también la duda de saber si la Hostia continuaba sangrando.

En la plena oscuridad de aquella habitación, aconteció otro gran milagro. Salieron del baúl brillantes rayos, haciendo que la pareja se despertase. Vieron entonces una espectacular visión de ángeles adorando la Hostia sangrante. La mujer no pudo más y confesó el gran pecado a su esposo. Los dos se arrepintieron y pasaron el resto de la noche arrodillados en adoración y reparación ante la Hostia Milagrosa.

Por la mañana informaron al sacerdote de la parroquia, el cual fue a la casa y escuchó la historia relatada por la mujer. El sacerdote regresó la Hostia a la iglesia de San Esteban en solemne procesión, acompañado por muchos sacerdotes y seglares. La Hostia continuó sangrando por tres días. Finalmente se decidió ponerla (aun sangrando) en un relicario de cera de abeja. Allí permaneció la Sagrada Hostia por mucho tiempo hasta que ocurrió un segundo milagro.

Visitamos la casa del matrimonio convertido y el arca dónde estuvo la Hostia Sangrando, allí deposité las intenciones de todas mis hermanas Siervas de Jesús.
Llenas de emoción y felices volvimos al coche y seguimos nuestro trayecto rumbo a Fátima; al pasar por la carretera ya veíamos la gran corona de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima.

Llegamos al hotel, nos asignaron las habitaciones y después de un suculento desayuno salimos para la gran Basílica que dicho sea de paso distaba como 8 minutos andando; ¡qué gran explanada la de la Basílica! Algo grandioso y de ahí fuimos a la capilla, dónde la Virgen se apareció a los pastorcitos.

En el Santuario de Fátima se ve un gran espectáculo de fe y fervor religioso; es una llamada a la conversión. Ante la Señora nos postramos y pusimos todo lo que llevábamos dentro de nuestro corazón diciéndole ¡Madre! acoge mi entrega y la de todas mis hermanas de sangre y religión, guarda nuestras vidas entre tus brazos, bendice y fortalece nuestros deseos, aumenta nuestra fe, alimenta nuestra esperanza y caridad y llévanos a todos al camino de la santidad ¡Gracias Madre! Y postrada ante sus pies quedé en silencio, no tenía palabras para expresar todo cuanto sentía.

De nuevo volvimos al hotel a comer, después regresamos a la Basílica; en una capillita tuvimos encuentro de oración y luego fuimos a visitar la cueva de los pastorcitos ante ellos presenté todas las intenciones de tantas personas que llevaba conmigo. En la capilla del Santísimo Sacramento recé por la paz. Después de cenar rapidito nos fuimos de nuevo a la Capelinha para el rosario y la procesión de las velas con el Santísimo, ya que como era jueves no sale la Virgen por ser jueves Eucarístico. Ofrecimos al Señor y a la Virgen el cansancio todo el tiempo de pie pidiendo por la paz y las intenciones de la Congregación.

A las 12 de noche volvimos al hotel para descansar. Al día siguiente a las cinco y media teníamos la Santa Misa en la Capelinha… se me acaban las palabras para expresar tanta emoción, sólo hablaba el corazón. La mirada clavada en la Virgen pareciera como si volviera a bajar a la tierra allí dónde los pastorcitos tuvieron la gran dicha de verla y ellos cooperaron con la gracia cumpliendo las palabras de la Virgen: Orad, rezar por los pecadores para que se conviertan y vuelva la paz. Rezamos la oración jubilar de la consagración a la Madre.

Terminada la misa desayunamos y nos fuimos a rezar el viacrucis que duró casi dos horas, durante el viacrucis en la 9ª estación entre Aljustrel y los Valinhos, se levanta la imagen de la Stma. Virgen de tamaño natural en recuerdo de la aparición que aquí tuvo lugar el 19 de agosto ya que el día 13 los niños no pudieron asistir a Cova de Iria por estar encarcelado. En este lugar el guía Manolo pidió que una hermana hiciera una oración por el sacerdote que nos acompañaba y este postrado de rodillas mientras la hermana hacía la oración y luego se levantó e iba imponiendo las manos a todas y dando la bendición, fue un acto muy emotivo.

Regresamos a Madrid cansadas y felices, pues hemos recibido un torrente de gracias en esta peregrinación. Doy gracias a la Madre General, al Consejo de la Provincia Virgen del Pilar, por organizar esta peregrinación que se llevó a cabo con tanto amor y devoción.

Sor Teresa Salazar
Comunidad de Madrid