Skip to main content

“El Señor habita en la alabanza de su pueblo” decía Thierry, sacerdote, en referencia a la Palabra de Dios y no “en la queja de su pueblo”. Y así lo hemos podido experimentar las tres Siervas de Jesús que en estos días hemos peregrinado a Santiago (del 27 de agosto al 1 de septiembre) junto a 4 sacerdotes, 3 seminaristas y cerca de 50 jóvenes de la diócesis de León, siguiendo la ruta llamada “Variante Espiritual del Camino Portugués”. Y es que hemos vuelto a experimentar que junto al Señor se puede estar contento y cansado a la vez; que Él “no llama a los capaces, sino que capacita a los que llama” y renueva nuestras fuerzas y nuestra ilusión pudiendo reconocer su presencia a través de los paisajes maravillosos que hemos contemplado a lo largo de la ruta por costa y por monte, de los ánimos y el cuidado de unos por otros como el Cirineo, en la Eucaristía y en la Confesión. Y es que hemos tenido el regalo de recibir la bendición del Santísimo desde el comienzo, en la basílica de San Isidoro de León, enfrente de nuestra comunidad, donde rezamos junto a otros peregrinos, y también en otras noches de adoración que hemos podido tener en diferentes pueblos por los que hemos pasado (San Juan de Poio, Ribadumia, Vilanova de Arousa, Dodro, etc.). Una presencia que ha hecho posible la comunión entre nosotros, tan diferentes unos de otros, de transformar los inconvenientes en oportunidades, y hacernos experimentar una alegría que vence al cansancio y la queja y nos empuja al servicio.

Como expresaban los chicos y chicas con los que hemos compartido camino: todo ha sido una enseñanza; el sacrificio y el esfuerzo por completar cada etapa, y el no hacerlo solo sino pensando en el que tiene que caminar más lento o ser recogido en el “coche escoba”.

Que estos días de “Tabor” como describíamos la experiencia del Camino nos hagan regresar a nuestras familias, comunidades, lugares de estudio y trabajo renovados, fortalecidos y con el deseo de permanecer unidos a Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida, para señalarle como las flechas amarillas que nos han guiado hasta la tumba del Apóstol que trajo la fe a España.

 

 

 

Sor Susana Mallo SdJ,

septiembre 2024