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Hna. Yamilet Rosales, SdJ.

Con calidez de hogar, Madres y Hermanas de la Provincia de San José nos reunimos en la comunidad de Villa Lugano – Buenos Aires, para realizar los ejercicios espirituales. Nos encontramos Hermanas de las comunidades de Chile, Paraguay y Argentina.

Fueron sin duda días de gracia, vividos en un ambiente fraterno, en torno a Jesús.

Nuestros ejercicios espirituales fueron guiados por Fray Carlos Novoa, Franciscano, que se centró en el tema del perdón, tan importante en nuestra vida religiosa, tanto en el ámbito espiritual como físico y psíquico. Es el camino verdadero para la unidad y la felicidad, transitando la vida unidas a Jesús (modelo de perdón), quien desde la cruz dice al Padre: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34).

También, Santa María Josefa nos dice a sus hijas las Siervas de Jesús: Por último, amadas Hermanas, así como la felicidad de los bienaventurados en el cielo está en amar a Dios y en amarse los unos a los otros, así mismo la felicidad de las religiosas en la Religión está en amar a Dios y en amarse mutuamente las unas a las otras y serán felices en el tiempo y en la eternidad”. (Testamento Espiritual)

El perdón es un regalo de Dios, es una grandeza sentir como Dios nos ha perdonado incluso antes de pecar. Destacábamos lo necesario que es el perdón personal, ya que, sin este, no podemos perdonar a los demás. “Nadie da lo que no tiene”.

Por otro lado, fuimos reflexionando con la Palabra de Dios las distintas formas de perdón que Jesús practicó en su vida pública. Todas muy diversas, con distintos caracteres, personalidades, situaciones y fragilidades.

No hay historia sin origen, por lo cual nos hemos sentido invitadas a empezar el camino de sanación desde nuestros vínculos primarios (familia), hasta ahora (congregacional). No es posible ayudar a otros heridos, saltándonos nuestro propio proceso de sanación.

Estos ejercicios espirituales nos han ayudado a reencontrarnos y a unirnos fraternalmente, también nos han ayudado a conocer más al Señor, quien abre su corazón derramando en nuestras vidas su misericordia y su amor.

Para finalizar estos días de gracia, nuestra Madre del cielo nos acogió en su casa. El Padre Carlos celebró la Eucaristía en el Santuario de Nuestra Señora de Lujan, con el gran regalo de poder servir en la liturgia, también nos concedió el Señor una bendición especial, que cada una llevó a sus comunidades.

Algunos ecos que se oían el día de nuestra partida, fueron:

Ha sido un encuentro estupendo, de un gran impulso y motivación”. “Tanto el retiro como los cursillos han sido de una gran riqueza y esperanzadores”. “He vivido con ilusión estos días y ahora puedo decir que conozco a todas las hermanas con las que me he encontrado”. “Y una gracia, que el lugar haya sido en la casa de formación: Noviciado de America.”

Agradecemos a Dios por todo lo que hace en nuestras vidas. Nos ponemos en sus manos y deseamos perseverar en el camino de “Amor y Sacrificio”, que nuestra santa Madre Maria Josefa del Corazón de Jesús nos legó.