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Es importante para las Siervas de Jesús tener presente el deseo de nuestra Santa Madre, María Josefa del corazón de Jesús, de “ir por todo el mundo llevando a las gentes el conocimiento y el amor de Dios cueste lo que costare”.  Han pasado 152 años desde la fundación del Instituto y se puede decir que el carisma fundacional está vivo en la Iglesia, pues, en todas las partes del mundo donde están presentes las Siervas de Jesús llevan el amor, la ternura, la misericordia de Dios a los más necesitados. Es cierto que ahora hay otros retos, otras necesidades, pero lo que no cambia es el hambre y la sed de Dios para muchas personas que viven inmersas en la pobreza y en el desconocimiento de Dios. Donde cuesta que llegue la presencia del sacerdote, ahí están las Siervas de Jesús para testimoniar que Cristo está vivo y sigue obrando en sus hijos.

En Semana Santa, del 22 al 31 de marzo, gracias a una religiosa Hija de la Caridad, que me invitó, pude acompañar a una comunidad de San Francisco de Macorís – República Dominicana. Fue una experiencia enriquecedora. Al llegar al pueblo, la gente nos recibió con mucho cariño y sencillez. Me acompañaron dos misioneros, los tres nos entregamos totalmente para que las personas tuvieran un encuentro con Jesucristo.

Comenzamos el Domingo de Ramos. En nuestro programa estaba incluido el Rosario de la Aurora, el Vía Crucis, catequesis cuaresmal para niños y jóvenes, celebración de la Palabra. También, visitábamos a las personas en sus casas, en tres días pudimos visitar todas las casas del pueblo, escuchar, orar por los enfermos, etc. Éramos felices, estábamos haciendo vida las palabras de Jesús: “Id por todo el mundo y proclamad el evangelio”.

Fue impresionante ver como al principio los niños estaban alejados y después, impactados por la Persona de Jesús, estuvieron presentes en las celebraciones. Hubo un momento que me conmovió, fue el Jueves Santo después de la Cena del Señor. Los niños tuvieron una hora de adoración; alrededor de quince niños entorno a Jesús Sacramentado, adorándole, haciéndole preguntas, peticiones por su familia, por la humanidad, pero sobre todo el deseo de querer responder a esa amistad que Jesús les ofrecía. Le decían: Jesús, aquí están tus amigos, somos los niños que no te queremos dejar hoy solo.

También, los enfermos a los que se les pudo administrar el Sacramento de la Santa Unción. Asistimos a tres funerales en los que acompañamos a las familias.

Podemos decir que tanto los ancianos, como los jóvenes, los niños y todo el pueblo experimentó el amor que Dios les tiene.

Deseo animar a todas las Siervas de Jesús para que no decaiga nunca nuestro celo en el testimonio del amor y la ternura de Dios. Siempre hay corazones que lo reciben y lo acogen.

Gracias Señor por la vida y vocación de Santa María Josefa, gracias por todas las Hermanas que a lo largo del tiempo han ido forjando este mismo ideal, te pido por las Hermanas que estamos actualmente en cada uno de los apostolados que se nos han encomendado, para que cada día más, trabajemos para que Jesús sea amado y conocido en el mundo.

Hna. Julissa Altagracia Segura, SdJ