Nuestra consagración religiosa, nos une como verdaderas hermanas en un solo corazón y nos lanza a caminar, esparciendo el amor de Dios en nuestra misión, con una vocación especial como es, ser Siervas de Jesús.
Esa unión, nos impulsa a ir por diferentes países y continentes. En este momento nos situamos en el continente latinoamericano, lleno de culturas, colores, con variedad de paisajes, y su gente muy alegre y amable, que le caracteriza.
Aquí, las Siervas de Jesús, entre otras Provincias religiosas, contamos con la Provincia de San Ignacio, que comprende los países de Colombia, Ecuador y Perú.
Cuando se nos anunció la visita de Madre Martina Espinal, Superiora General y su Secretaria, Madre Adriana Mendoza, nuestros corazones se llenaron de alegría y nos pusimos manos a la obra: acompañar a las Madres con la oración. Sentimos que, a través de ellas, Dios se hacía cercano, encontradizo. Con esta visita, comprobamos que miramos y caminamos juntas hacía la voluntad de Dios.
Cada una de las Madres y Hermanas que forman las comunidades fueron preparándose para recibirlas con la alegría, los detalles, el entusiasmo; presentando lo mejor de nuestra misión, nuestros logros y también deseando compartirle nuestras debilidades y fracasos con el único deseo de avanzar unidas hacia la meta.
Resaltamos nuestros tesoros en esta Provincia: los niños que, con su carita de ternura e inocencia, expresaron a Madre Martina, el gozo de contar con las Hermanas, porque gracias a ellas pueden vivir en una familia que les cobija con su amor.
Los ancianos en las Residencias: con su fragilidad, sabiduría y caritas deseosas de amistad y cariño, expresaron su agradecimiento a las Hermanas Siervas de Jesús que, con su dedicación, entrega, alegría, ternura y muchas sonrisas, hacen posible que sus últimos días sean vividos con amor y serenidad.
No podían faltar nuestros enfermos, que noche a noche cuidamos. También se unieron para dar gracias a Madre Martina, ofreciendo su dolor, sus largas noches de insomnio, pero siempre con la presencia de la Hermana que se une a ellos para darles esperanza, alivio en su sufrimiento, fortalecerles con la oración para que puedan ver la luz de Dios en sus vidas.
Gracias Madre Martina y Madre Adriana por su visita; nos hemos sentido bendecidas y animadas para continuar viviendo con entusiasmo nuestra vocación de Siervas de Jesús, muy unidas a toda la Congregación en un solo corazón.