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“Es tan grande el don de la vocación religiosa que solo en el cielo lo comprenderemos” (Sta. María Josefa)

Con el deseo de que otras jóvenes descubran este don y compartan nuestro carisma de Siervas de Jesús, este año la Asamblea de Superioras ha tratado sobre la Formación y Promoción Vocacional.

El encuentro ha tenido lugar en la casa Provincial de Madrid, los días 3 al 5 de Abril. Han asistido Madre Soledad García, Superiora General y su Consejo; el Consejo Provincial de la Provincia “Virgen del Pilar” y 36 Superioras y Hermanas responsables de la formación y animación vocacional.

El Padre Joseba Kamiruaga Mieza, Misionero Claretiano, Secretario General de su Congregación, ha dirigido la Asamblea.

“A vino nuevo odres nuevos”. Con esta frase del evangelio de S. Marcos, el Padre Kamiruaga dio inicio a las conferencias sobre el tema:“Venid y veréis”.
Para vivir con entusiasmo la vida religiosa y ser así una llamada para nuevas vocaciones es necesaria una renovación, estar abiertas.
Esto lo confirman las palabras del Papa Francisco que dice:

“A vinos nuevos, odres nuevos. ¿Qué nos trae el Evangelio? Alegría y novedad. Novedad, novedad, a vinos nuevos, odres nuevos. Y no hay que temer cambiar las cosas según la ley del Evangelio. Para esto la Iglesia nos pide, a todos nosotros, algunos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras obsoletas: ¡no sirven! Y nos pide que tomemos odres nuevos, los del Evangelio. ¡El evangelio es novedad! ¡El evangelio es fiesta! Y solamente un corazón alegre y renovado puede vivir plenamente el Evangelio. Hay que dar espacio a la ley de las bienaventuranzas, a la alegría y a la libertad que la novedad del Evangelio nos trae. Que el Señor nos conceda la gracia de no quedarnos presos, sino que nos de la gracia de la alegría y de la libertad que la novedad del Evangelio nos trae”.

Los días 3 y 4, el Padre Kamiruaga desarrolló con gran claridad y sencillez los temas de Formación y Promoción Vocacional. El día 5, Madre Soledad García, trató sobre el acompañamiento, la escucha, la fraternidad, ya que esta es el lugar eminente de formación continua.

Han sido días de gracia, de fraternidad y de estímulo para vivir e invitar a vivir nuestra vocación, con el testimonio alegre de la propia vida, ya que “cada Sierva de Jesús es un sacramento de llamada”.