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El Santo Padre Francisco, invita a la Iglesia, y por tanto a la vida religiosa a escuchar el grito de los pobres, a cuidar la fragilidad, a salir fuera de sí misma para atender las necesidades más urgentes de quienes les piden.
Madre Soledad García, Superiora General, que se encuentra visitando las comunidades de Argentina, ha podido ver una vez más como las Siervas de Jesús están abiertas en estos lugares a las necesidades de quienes les rodean.

En Villa Lugano, en la Vicaría de Flores, se encuentra una pequeña comunidad de Siervas de Jesús y la casa de Formación. Las Hermanas llevan un Dispensario y atienden a los enfermos en sus casas, tanto en Villa Lugano como en las villas que les rodean.
Acompañadas por los Laicos “Siervos de Jesús” (pues son zonas peligrosas) las Hermanas llevan medicinas y alimentos y los “curas villeros”, con personas que les colaboran los distribuyen.
A veces les acompaña el cura de la villa y pueden entrar en los lugares más ocultos y necesitados, ya que los “curas villeros” son muy respetados.

El Papa Francisco, siendo Obispo Auxiliar y después Arzobispo de Buenos Aires, solía visitar las villas y a sus “curas villeros”. Nadie como él ha vivido lo que predica:
“A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlos, a hacernos cargo de ellos y a realizar obras concretas a fin de aliviarlos” (Mensaje para la Cuaresma 2014)

Gracias Santo Padre, porque su testimonio de vida es un ejemplo y un estímulo para los que quieren dedicarse por completo al servicio de los más necesitados.

Gracias Hermanas, por su entrega incondicional, no se cansen nunca de hacer el bien a los más pobres.