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Desde siempre fui elegida para ser Sierva de Jesús.

Agradezco infinitamente a Dios por haberme llamado a ser parte de esta familia de Siervas de Jesús de la Caridad.

Puedo decir que Jesús me llamó a ser su Sierva desde el vientre materno, ya que cuando mis papás supieron que yo venía en camino me quisieron abortar por la difícil situación familiar que estaban pasando…

Pero Dios, al crearme, me pensó, modeló cada parte de mi ser y me envió con un fin maravilloso: ser su Sierva.

Cuando decidí ingresar de religiosa todos me decían: «No vale la pena, te vas a encerrar, no vas a disfrutar de tu juventud, vas a arruinar tu vida, etc., etc”.

Pero lo que nadie entendía es que yo, entregando mi vida al servicio de los más vulnerables, era la más feliz y sentía como el Dador de Vida sería mi Esposo.

Fui caminando en esta decisión y muy pronto empezaron las pruebas y pruebas, algunas muy fuertes, como la muerte de mi hermano de 23 años. Eso hizo que me empezara a cuestionar la vocación, sintiendo que todo se venía abajo. Aun así, sin entender mucho, en la noche de la fe, seguí confiando y entregándome.

Luego, siguiendo en el camino de novicia, comencé a tener experiencias en distintos apostolados de la Congregación, que fueron fortaleciendo y confirmando mi vocación. Al término del tiempo del noviciado, sentí qué mi corazón ya no quería otra cosa que darle toda mi vida a Jesús, es por eso que pedí, de todo corazón, hacer mis primeros votos.

El 29 se septiembre de 2024 fue el día más feliz de mi vida (hasta la fecha), pues ese día inolvidable consagré toda mi vida a Jesús prometiendo vivir mi consagración en pobreza, castidad y obediencia; para eso había hecho ese camino de preparación y de encuentro con Jesús, quien me llamó y me eligió.

La Santa Misa la presidió el padre Gabriel Marronetti, quien me había acompañado en mi vida espiritual todo el tiempo de noviciado.

Recuerdo que en una parte de la homilía decía: “Él sí, que hoy vas a pronunciar, se parece al sí de María: un sí lleno de hágase tu voluntad, un sí que es un que se haga en mí según tu Palabra. Donde consentís que Dios tome todo tu corazón y lo haga suyo”.

Agradezco profundamente a Madre Yanilda Martínez su acompañamiento incondicional en cada momento y en cada paso de mi formación… ¡Gracias por ayudarme a descubrir la voluntad de Dios en mi vida, y gracias por preparar mi corazón para ser Esposa de Cristo y madre espiritual de muchos hijos!

Comparto que para esta gran ocasión me acompañaron mis papás, que vinieron de Paraguay. Para mí ha sido muy lindo y motivo para dar gracias a Dios porque he podido ver cómo Jesús fue haciendo camino también con ellos y en mi familia: pasaron de no estar de acuerdo con mi vocación al hoy de tener una mirada muy distinta a lo que Dios me pide, donde ellos me acompañan, apoyan y rezan por mi fidelidad y perseverancia.

Además, he visto como el Señor da el ciento por uno y me regaló una gracia enorme ya que mis papás se casaron el pasado 6 de octubre, después de haber convivido juntos más de 30 años. Fue una celebración sencilla, pero muy emotiva, en nuestra capilla de Villa Lugano. ¡No me canso de dar gracias a Dios por tanta bendición!

Agradezco de corazón a todas las Madres y Hermanas Siervas de Jesús que me han acompañado y orado por mí, Dios les pague, Él no se deja ganar en generosidad.

¡Vale la pena entregar la vida a Jesús!

«Confiaré y no Temeré»

Sor Celia Ortiz López SdJ,

octubre 2024,

Buenos Aires (Argentina)