La emoción se ha adueñado de todos mis sentidos al sentir a Cristo Resucitado en este acontecimiento que ha llenado de júbilo al mundo entero, y de manera especial, a mi querido Perú.
Unida a la diócesis de Chiclayo, vivir la elección de nuestro nuevo Papa León XIV y recibir con tanto amor su saludo —que resuena como un eco que despierta cada vez más mi fe y gratitud por mi Madre la Iglesia— ha sido algo profundamente especial.
Palabras que atraviesan el alma
“Si me permiten también una palabra, un saludo de modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo, de Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto, para ser Iglesia fiel de Jesucristo.”
¡Cómo no emocionarse con estas palabras que llegan como flechas directas al corazón!
Así es Dios: se hace cercano a cada uno de nosotros y nos manifiesta su amor. Se me viene a la mente el himno de la Liturgia de las Horas:
“Carne soy, y de carne te quiero.
Caridad que viniste a mi indigencia,
¡qué bien sabes hablar en mi dialecto!”
(Himno de Laudes, viernes I semana)
Un pastor con olor a oveja
Sentí a Dios tan cercano a través del hoy Papa León XIV, quien conoce de cerca la realidad de un pueblo que lucha, se esfuerza y cree. Estuvo en las buenas y en las malas con su gente, en especial durante los momentos difíciles de la pandemia, cuando escaseaba el oxígeno: él gestionó la primera planta de oxígeno para su diócesis. También durante el fenómeno del Niño, buscó soluciones activamente.
Recorrió toda su diócesis, incluso los lugares más recónditos, llegando a lomo de caballo para estar con su gente. Son innumerables los hechos que marcaron la vida de quienes lo conocimos como un pastor entregado: que busca, defiende, cuida y cura.
Cercanía también con la vida religiosa
Estuvo igualmente cerca de las congregaciones religiosas, en particular con nuestra comunidad de las Siervas de Jesús de la Caridad en Ferreñafe (a 20 minutos de Chiclayo). Tuvimos la gracia de que presidiera dos celebraciones de Profesión Perpetua: tres hermanas el 2 de febrero de 2019 y otras tres el 10 de diciembre de 2022. También celebró la Eucaristía en honor a nuestra Santa Madre Fundadora: María Josefa del Corazón de Jesús.
Una visita inolvidable
Recuerdo con especial cariño ese día de fiesta. Tras la Misa en la parroquia Santa Lucía de Ferreñafe, él mismo nos llevó en su carro a casa. Conduciendo con soltura, conversaba con nosotras: preguntó por los niños del albergue, por Sor María Jesús, nuestra hermana española… lo sentimos muy cercano y profundamente interesado en nuestra misión.
Nos animó a continuar nuestra hermosa labor de cuidar a los más pequeños en sus primeros años, con amor y sacrificio. Fue una tarde muy bendecida: era la primera vez que el entonces Monseñor Robert Prevost nos visitaba y compartía la cena con nosotras.
Alegría que compromete
¡Cómo no sentirnos dichosas por haber estado tan cerca del que ahora es nuestro Santo Padre!
Su elección nos llena de alegría y esperanza, pero también nos compromete a orar constantemente por él y por nuestra madre, la Iglesia, que hoy camina bajo su guía.



