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Sierva de Jesús, Filipinas

Una vez más recordamos con profunda gratitud aquel día en que tres mujeres intrépidas —Madre María del Corazón de Jesús, Sor Sacramento y Sor Concepción— se armaron de valor para embarcarse en la aventura de fundar un Instituto de vida religiosa. Con la confianza totalmente puesta en el Señor, emprendieron un camino que no fue de rosas, sino de dudas y pruebas, como toda obra que nace de Dios. Aquel 24 de julio de 1871, vísperas de la fiesta del Apóstol Santiago, llegaron a Bilbao. Desde el primer momento, se percibió con claridad la mano de Dios, que las sostuvo y sacó adelante, venciendo las “turbulencias” del camino. La unión de voluntades entre ellas fue un factor decisivo para que la gracia de Dios obrara con eficacia. He aquí una gran lección sobre la primacía de Dios y el poder de la unidad.

Hoy, 25 de julio de 2025, cuando celebramos 154 años de fundación, las Siervas de Jesús damos gracias al Señor por tantos beneficios, sobre todo por la presencia de nuestra Congregación en la Iglesia y por la misión recibida: cuidar y sanar en medio de un mundo herido. Nuestra presencia en los cuatro continentes —Europa, América, Asia y África— a través de múltiples apostolados, muchas veces silenciosos, es testimonio del espíritu vivo que Él mantiene en nosotras.

Miramos también con gratitud a nuestra Santa Madre y a las primeras hermanas, que cimentaron nuestra historia con amor y sacrificio, acompañadas por nuestro querido Padre, el Venerable Mariano José.

Este año, dentro del marco del 25º aniversario de la canonización de nuestra Santa Madre Fundadora, el Señor nos ha concedido una gracia especial: Su Excelencia el Sr. Nuncio Apostólico, Mons. Charles John Brown, presidió la Eucaristía en nuestra residencia de ancianos en Manila, a las 17:30 horas. Concelebró otro sacerdote y asistió un seminarista. Se desplazaron para esta celebración Madres y Hermanas de Iriga, Legazpi y Virac.

Durante la Misa, nuestras Hermanas Junioras —Hna. Roselyn, Hna. Uyen y Hna. Chin— renovaron sus votos, por quienes pedimos la santa perseverancia.

El Sr. Nuncio expresó su alegría por poder acompañarnos. En su homilía destacó la belleza de nuestra vocación, al servicio de los más necesitados. Comentando el Evangelio del día: «El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir» (Mt 20,28), subrayó que la vocación de las Siervas de Jesús es el servicio, especialmente en el cuidado de los ancianos, y que es un testimonio precioso del Evangelio. Un servicio muchas veces callado, pero que Dios ve y acoge como si fuera hecho a Él mismo.

Nos recordó: no olvidemos nunca que somos Siervas de Jesús, no de cualquier otro. Eso da sentido a nuestra vida consagrada. Se mostró cercano y manifestó un profundo aprecio por nuestra vocación y misión.

Acompañaron la celebración muchos amigos y bienhechores. Nuestros residentes, muy elegantes para la ocasión, participaron con alegría. Terminamos el día con el corazón lleno de gratitud y santo fervor, mirando hacia atrás con agradecimiento por estos 154 años de vida consagrada al estilo de nuestra Santa Madre.

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