Hna. Remedios A. Cerillo, SdJ.
Hermoso testimonio de fe y devoción a la Virgen de Peñafrancia, Patrona de Bicol – Filipinas.
Es la aclamación más repetida y sonora durante toda la novena a nuestra Patrona de Bicolandia, nuestra Señora de Peñafrancia, que tiernamente llamamos “Ina” que quiere decir “Madre”. Al parecer, este año la celebración ha sido mucho mayor en todos los sentidos. Tal vez, al levantar la pandemia la devoción a “Ina”’ se desbordaron entre los devotos aprovechando la libertad de locomoción y también por la facilidad de los medios hoy en día. Obviamente, los peregrinos se abalanzaron hacia la “sede” de “Ina” en la ciudad de Naga. De hecho, ya los días anteriores a la fiesta, sobre todo durante la “traslación”, en la que la Virgen se traslada de su “casita” (la Basílica de Peñafrancia) hacia la Catedral, se reunieron casi un millón de personas para acompañar a la Virgen en su camino hacia la Catedral donde presidirá durante la novena hasta la víspera de la fiesta.
Las Siervas de Jesús, estamos a más de 30 kilómetros de dicha ciudad y escogimos participar el día con menos aglomeración de gente, además, lo que nos da devoción es la procesión de la aurora, el día anterior a la fiesta. Salimos de la casa, las dos comunidades de Iriga, a las dos de la madrugada, llegando a tiempo para la celebración de la Eucaristía a las 3:00 h., como preparación para la procesión. A continuación, fuimos a la procesión que salía de la Catedral, protagonizada por la Virgen de Peñafrancia y el Divino Rostro entre aclamaciones, cantos y rezo de todos los misterios del Santo Rosario, en la que participaron miles de fieles. Simultáneamente, se celebraba en la Catedral cada hora la Eucaristía.
A la vuelta a la esplanada de la Catedral, finalizó la procesión con la Salve y una bendición. Y, a las 6:00 de la mañana fue otra celebración Eucarística simultánea en la plaza y dentro de la Catedral que fue presidida por su Excmo. Sr. Arzobispo Rolando Tria Tirona, O.C.D., DD, concelebrado con casi todos los sacerdotes de la Archidiócesis.
Terminada la Eucaristía que fue transmitida por canal youtube, siguiendo la tradición filipina para las fiestas, pasamos por algunas casas de unas doctoras conocidas oriundas de la ciudad, a tomar unos desayunos suculentos propio de la fiesta. A media mañana, ya estábamos de vuelta a casa, donde hemos seguido algunas actividades por la transmisión en directo según nuestras posibilidades. Por supuesto, tanto la víspera como el día de la fiesta han sido días intensísimos y cargados de actividades entre las que se destaca la procesión fluvial que termina en una Misa Pontifical, este año, presidida por el Sr. Nuncio Apostólico con los cinco Obispos de la Archidiócesis, Sacerdotes y Religiosos.
Es emocionante participar en las actividades relacionada a la fiesta, pues, despierta la devoción a “Ina” ver tanta gente en cada Eucaristía, como madrugan, como se sacrifican bajo el sol o la lluvia, como se arriesgan por ir en la procesión y como se desplazan desde lejos en autocares miles de ellos. Es inevitable no recordar la pregunta de la Biblia: ¿Cuándo venga el Hijo del Hombre, encontrara fe en la tierra? Sí, cuando veo en la Misa de la aurora, ancianos, madres con sus pequeños, no puedo menos que admirar la devoción que esto supone. Lo mismo en la Misa Pontifical en la víspera de la fiesta, presidida por el Sr. Nuncio, Excmo. Charles John Brown, en una Misa bien larga y que lleven las madres a sus pequeños, no deja de ser un gran sacrificio y una fe vivida y transmitida con claridad. Verdaderamente, tenemos una Madre que atrae, una Madre fecunda, una Madre llena de vida, una Madre que nos tiende la mano y una Madre entre sus hijos, por eso miles acuden bajo su regazo en busca de su calor maternal, de su ayuda, de seguridad, de sanación, de paz, etc., etc.
Toda la fiesta no puede caber en una página, menos la devoción a la Virgen de Peñafrancia. Si quieren comprobar mejor, estará en las redes de comunicación, lo cierto es, que en todas las Iglesias de la Archidiócesis y en las calles, resuena, abriendo y terminando todas las ceremonias: ¡Viva la Virgen! ¡Viva nuestra Señora de Peñafrancia! ¡Viva el Divino Rostro! a la que todo el pueblo responde: ¡VIVA!
Como no grabar en nuestros ojos y en nuestro corazón lo vivido y lo visto, sobre todo, ver a nuestra Madre Celestial rodeada de miles de sus hijos, de cerca y de lejos, pobres y ricos. Seguramente, la Virgen se alegra mucho como sus hijos se desviven por festejarla y al mismo tiempo confiarle sus vidas. Que el Señor acreciente aún más la devoción a su Madre bajo la advocación de la Virgen de Peñafrancia y todos sus hijos experimente su ternura maternal.
Nuestra Señora de Peñafrancia, ruega por nosotros.
Nuestra señora de Peñafrancia, acércanos a Jesús.
Nuestra Señora de Peñafrancia, líbranos de todo peligro, sobre todo del pecado.
Resuene vibrante el himno de amor, que entona tu pueblo con grata emoción.
Patrona del Bicol, gran Madre de Dios, sé siempre la Reina de nuestra región.
(del himno a la Virgen de Peñafrancia)